Contigo la palabra infinito
suena tan disminuida
como si sus puntas
se doblaran hacia
el centro
y la parte de atrás
volviera para ser inicio
una cinta de moebius
de inacabado ancho
y profundidad
con sus bordes sin filos
ricos al tacto
anchos y espaciosos
lugares donde ir sembrando
y al girar 360 grados
recoger con nuestras bocas
todo el jugo acumulado
y partir de nuevo
recompuestos y frescos
nuevicimos
recién llegados
a los lugares comunes
que de tan comunes
aún nos sean desconocidos
y ávidos
lanzarnos a su reconquista
profundizando en aquello
que todavía se nos esconde
nos reta
nos provoca
nos invita
nos llama
con ese silencio
cómplice y feroz
que viene desde dentro
naciendo como una flor
que se dirige a la luz
abandonando el útero de su semilla
ansiosa por ser color
y ser aroma
Eduardo A. Bello Martínez
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