Tus ojos son como luceros:
Bellos en la noche como en el amanecer;
que cuando me miran tiemblo,
y me hacen estremecer.
Tu cuerpo es como una montaña:
Alta, fresca y con belleza natural;
que por haberla escalado hasta la cima,
hoy me he vuelto a enamorar.
Tú eres como el cielo:
Inmenso, infinito y bello como el mar, al cual me animé a volar,
y hoy ese cielo es el culpable,
de que mi corazón te pueda amar.
Tú eres como una estrella:
Brillante, hermosa y luz en la oscuridad;
que cuando estás demasiado lejos,
me llenas de mucha ansiedad.
Tú eres como el mar:
Fuerte, inmensa y en constante movimiento;
que cuando en él navego,
mi barco se llena de sentimientos.
Tú eres como el fuego:
Fulgorosa, necesaria y ardiente;
que cuando tocas día a día mi piel,
la quemas con las llamas de tu vientre.
Tú eres como el agua:
Fresca, suave y cristalina;
que cuando la bebo hasta saciarme,
te anidas en mi corazón como no imaginas.
Esa eres tú...y mucho más.