Las nubes a medio camino,
las que no simbolizan nada
esas que me asumen como un vino,
de ellas es mi propuesta:
Hay días donde el bosque es un asqueroso
espanto verde,
días donde el estanque melancólico
es un charco quieto y feo.
Incluso, existen semanas enteras lineales,
semanas que hacia atrás son rocas grises
y hacia adelante son piedras grises.
Eso de que siempre hay un sol
que ilumina e inspira, no es cierto.
El sol es un asunto astral
que recorta mi noche fatal.
¡Qué ansias de esquiniar en una cantina!
¡Qué ánimos de perturbar a una citadina!
¡Qué inspirador el muro de mi patio!
¡Qué frecuente mi vaso y mi fatiga!
Hay días donde viajo a la orilla,
donde la nostalgia se envasa,
donde la cena termina en cuentas y no cuentos.