Suenan campanas.
Animan la mañana.
Llaman a misa.
Se ve el rocío,
en campos y jardines,
y el manto blanco.
Se escucha el mar,
llegando hasta la playa
en un murmullo.
Empieza el día,
un tanto perezoso
y dormilón.
Empieza el año
cubierto de ilusiones
y de inocencia.
Y empiezas tú,
de nuevo, otro poema,
con otros versos.
Y buscarás
la vida y sus latidos,
tan tercamente.
Habrá sonrisas,
mezcladas con los llantos,
en confusión.
Y encontrarás,
tal vez, lo que tú buscas,
¡cerca, muy cerca!
Rafael Sánchez Ortega ©
01/01/20