QUÉ NOS ESTÁ PASANDO
Con la mano cansada,
lleno de penurias y lamentos,
sus ojos brillosos rogaban
una limosna que pudieran serle útil,
mas la indiferencia del mundo
permanecía intocable.
En medio de esa sonrisa, inocente,
el hambre se dibujaba en su rostro
sin clemencia, tosco e indolente,
ante el sufrimiento y las palabras
que pudieran salir de ese corazón,
descorazonado.
Tal vez ya no sentía hambre
porque no tenía nada más que perder;
quizás lo único que le quedaba (ahora),
era la sonrisa tierna y la compañía frágil
de su hermana, quien también sonreía
en un pedazo de foto, en la triste acera.
AUTOR. LMML.