Dios ha muerto, bien.
Pero nosotros también.
No puedo llamar a las puertas del cielo, No.
Ni tampoco al corazón de los hombres, No.
Todo es líquido y ausente.
La vida está cerrada como la muerte.
Me aguanto y desespero.
Como un ruiseñor en su prisión cantando a sus ausencias.
Su triste voz alegra a quien la escucha.
Me desespero.
Angelillo de Uixó.
cancionero para olvidar la ausencia.