La voz nostálgica del poeta
enarbolo mi sueño y quedé dormido,
el rumor de la noche entrelazó los versos
y los esculpió en mi almohada.
Plácido en el sueño descubrí
que yo también puedo escribir versos de amor,
apareciste y entonces me di cuenta
que hay en mí la más florida sustracción
del lenguaje del amor y sus encantos,
naturaleza incomprensible que me ha privado
de la palabra oportuna.
Sé que te estoy perdiendo,
pero no me atrevo a pedirte que te quedes,
y sé que al buscarte por la noche,
encontraré tu ausencia.
Me sumergiré en las cobijas,
porque me faltarán tus brazos
que ya no responden
cuando quiero que me arropes.
Ya ni el calor de tu aliento,
- marca indeleble que por tantos años
imprimiste apasionadamente -
entibiará mi espalda.
El silencio ha tejido su maraña de apariencias
para esconder la verdad de mis temores,
no quiero que te marches, pero sigo callado.
¿Timidez o inexistencia?
No lo sé, no lo entiendo.
Acá donde nacen las palabras
se alborota el pensamiento,
pero se niegan los labios y no me atrevo.