Ni un sonido
perturba la tranquilidad de la tarde.
parado al borde del agua
inhalo el silencio,
como si fuera una poción
para la quietud
Siento el encanto del lago,
vigilando férreamente sus secretos.
árboles vestidos de otoño en el lago reflejados,
cual una pintura de un maestro,
para ser desenmascarada por ondulaciones
de una familia de cisnes
Cuán agradecidos deberíamos ser,
reposando en el pecho de la madre natura,
que nos permite a contemplar
un viaje hasta nosotros mismos,
los ojos lo admiran por su belleza,
el regalo que ella nos brinda
©®
La foto propia