Con el poder en la cabeza
y el corazón botado en la
esquina de una habitación
de antaño.
Las manos ya no sirven,
sólo dañan y trabajan para sí
El poder es para tus necesidades
no para las del pueblo.
Y ya es un pueblo que lee,
conoce, escucha, observa
Es quien te dio el sombrero.
Con el poder en la cabeza
ya no proteges a quien te lo dio
Lo destruyes con tu orgullo.
Meylen Hirasú G. M.