Morir, si, entre tus labios,
en la belleza, prisionero en el
dolor del tiempo con los ojos
cerrados para ver tu ligereza
que vuela como una hoja
otoñal al viento.
Tus labios, que llaman como ojos
alargando sutilmente
el sentimiento.
Para que el tiempo no se mueva
y se acalle todo,
menos el silencio.
Morir, si, entre suspiros
y lamentos arrastrando
pasados sin aliento por
valles donde el amor
es sueño y entre espinas...
la rosa toma el vuelo.