beirre

En los ojos ajenos

Porque existe aunque
quizá respire otro aire.
Sus venas son regadas,
tornáronse escarlata y rojas
cómo rubís iridiscentes,
hasta ser calcinadas.
La carne quemada,
dolor mortal, palpitante
recordando que en la vida
no se puede leer la suerte
en los ojos ajenos.
Humo negra podredumbre
que le ciega que le obstruye
al momento de juzgarle,
ahora marcada piel sensible
espera una condena
interminable.