Tengo las flores
que un día me pediste
y te corté.
Están marchitas.
El tiempo no perdona.
Quizás lloraron.
Aunque sus gotas,
de lágrimas furtivas,
ya se han secado.
Habrá otras rosas,
seguro, no lo dudes,
en el jardín.
Las tomaré
y espero que tus dedos
hoy las recojan.
Te embriagarás
oliendo su perfume,
y soñarás.
Retiraré,
cual sombras marchitadas,
las rosas viejas.
Pondré las nuevas,
renovaré la tierra,
las regaré.
Y a tus pupilas
le llegará la brisa
del nuevo día.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/01/20