A ella, cuando se da cuenta que es capaz.
La notaría se disolvió
con hambrientos pasos deslizose
cruzó Alameda intentando respirar
y esquivando los jugos intestinales del huanaco
con su contrato bajo el brazo.
Contrato recién nacido
con planes y proyectos
un río esperanzador
dispuesto a los sueños
un nuevo continente contra la desolación.
Contrato bajo el brazo, avanzó
la esperaba el destino de colores nuevos
una firma que fraguó el sudor
un número de carné con promesa de diamantes
con los que horadar los fantasmas
cuando se quieran tragar la calma.
Quedó atrás la notaría
la esperaba un rincón en el mundo
llamado hogar.
Claudio Ernesto