Oye tú… ¡Sí tú!
que la historia te ha puesto al frente de la tropa;
mira tus vestiduras,
tus pies y por donde caminas;
mira lo que proyectas,
lo que buscas,
lo que deseas;
y piensa si compagina,
con los valores y principios
que una lucha revolucionaria determina.
Oye tú… ¡Sí tú!
en quien la tropa confía,
será que la moral revolucionaria es vacía,
o acaso nutrida por la coherencia,
por la acción consecuente,
entre el pensar
el decir,
el sentir,
y el actuar convincente.
Oye tú… ¡Sí tú!
que habiendo subido un pedestal te ufanas,
el sistema te seduce,
te envuelve,
te atrapa,
te engalana,
y en la lucha revolucionaria ya no te afanas.
Oye tú… ¡Sí tú!
¡Ególatra!
si no cambias tu actitud,
si te embeleses con el poder,
y no haces lo que todo revolucionario debe hacer,
la moral de la tropa vas a golpear,
la base vas a derrumbar,
y del pedestal vas a caer.