Por más que el tronco viejo malhadado
por sus arrugas bellas se convierte,
desde la gran simiente hasta su muerte
el retoño suyo nace abrazado,
como un rayo esperanzador callado
y que nuevos mundos el tronco advierte.
Por más que el leño se desangre, vierte
sobre el vástago el jugo afortunado.
Inconsciente a sí mismo se sucede
a pesar de que el tiempo y senectud,
avasallen su amargo pensamiento.
Tallo débil que al renuevo precede ,
tan diestro y rebosante de virtud
que al futuro ferviente acoge hambriento.