Cada nuevo amanecer, suspiro en silencio y añoro el placer de los sentidos que rocía el amor, y que parece un espejismo del destino.
Clamo al olvido y ruego al eslabón de mi cadena que se rompa y deje paso a la pasión desbocada que un día me acompañaba y hoy resplandece olvidada y la llave oculta en el énfasis del amor.
Danzan las palabras entre cuatro paredes cuyas caricias y gemidos, el tiempo desbocado perdió, y la melancolía del néctar del amor, abrió las manos y susurrando sobre el viento, su rostro surgió.
Y yo, como un péndulo en el tiempo, grité de rabia al alba, donde un día abrazados nos besamos y juntos juramos no envejecer.
©Nuria de Espinosa