Mañana a la mañana olvidarás la melodía
que tejían en la ventana gorriones con tu cabeza
que en la noche me habría dibujado en mi piel vestida
abrigada con tus brazos, acurrucada en tu cuerpo.
Que me habría imaginado riendo y que mi risa
era el albor de un día que no iba a terminar.
Me habría escuchado decir lo que siempre calló mi boca
y a ti sonriente repitiéndolo en un tono personal.
Tu cabeza,
tu extraño mundo incomprendido
que no tiene respiros
ni se los quiere dar.
Una máquina
que manipula tus tiempos
y no te deja más que cuerpos
para poder probar.
Pero probaste de mi alma.
Probaste también de tantas otras...
Y me quitaste el tiempo,
me robaste los cuentos
que otro hubiera querido,
le arrebataste el sentido
a mis ganas de amar.
Pero me voy,
no es fácil darte la espalda,
aún tu cabeza es traicionera contigo;
no quiero ver/ como planeas tu suicidio
ni morirme yo.
Y si te falta el aroma
de un sentimiento en la alborada
tal vez veas en tu cama
el llamado a una ilusión.
Pero no yo,
no voy a ser quien te espera
porque a tu vida hoy se entregan
otros sueños de colchón.