El polvo levantaba la tierra tras mis pasos
no me atrevía a girar la vista hacía atrás,
estaba cansada, dolorida y polvorienta; me
dejé caer sobre la hojarasca al borde del camino.
Muy lejos quedó la niñez y la adolescencia se
marchó tan rápido como llegó dejando que la
madurez se acercase silenciosa y entristecida.
Una mariposa voló a mi alrededor en una
danza satírica que parecía burlarse. Y
una sombra que a veces se negaba a seguirme y
entonces me sentía olvidada, sola y perdida.
Un colibrí se acercó, animado por la danza y
por un momento, sin mover sus alas, quedó
prendado, y luego voló sobre mi triste mirada.
Enigmático, efímero, tal vez hasta mágico;
alumbró de quietud mi camino, que emprendí
con tesón, hacia un destino sin dolor, ni olvido.
©Nuria de Espinosa