TM.31

EmpaƱado

La enredadera crece y se alimenta del tronco que la sostiene,

Como mi amor, que con fuerza se aferra a lo que una vez soñó.

Pero no todas las noches son primaverales, ni todos los días son estíos interminables,

El invierno que puede helar, en tus manos ha de configurarse,

y el frío puede congelar hasta el mas caluroso de los abrazos,

hasta el mas apretado de los besos, hasta la mas ardiente de las caricias.

Y la enredadera que con firmeza se sostenía fue víctima de un frío salvaje,

Que marchitó todas sus flores, que de a poco se fue apagando,

Que de a poco te fue olvidando . . .