Soñé que te quedabas;
No tenia que evocarte entre túmulos de pétalos caídos...
Soñé te desvanecías entre mis manos
¡Oh polilla! polvito dorado que deja sus restos
de muerte asfixiando el tacto enternecido.
Te soñé diosa entre estrellas oscuras,
desmembrando hostil el tiempo coincidido,
revoloteando por los luminosos vestigios.
Soñé, la noche de nadie, de nosotras,
de tus diminutas dádivas que ofreciste
a mis taciturnos parpados ensombrecidos.