Anthuan Hols Ksals

CONDENA

Aun bajo serenos fulgores crepusculares,
entre cálidos rastros de adorables retozos que divagan por el aire, vislumbro una lejana sombra que se arraiga a los recodos, a los volúmenes, a los solitarios instantes. No me abandona.
Tácitos decretos me condenan a la distancia, donde solo contemplo rostros apenas esbozados, parsimoniosas manos que permanecen hilando las briznas de mí fosa.
Me desgarran los vestigios de afables voces que aún perduran en la memoria, y este incesante frío entumece lentamente mis bríos tras cada aurora.
Cáusticos ojos yacen sobre mí, y una latente herida ronda detrás de todas las cosas.