Alberto Escobar

Desnúdate

 

 

 

 

 

 

 

¡Desnúdate lentamente, verdaderamente!
No, así no —él se desprendía de sus ropajes—
¡Acércate! Mírame fijamente, desde muy cerca; voy
a asomarme a tu sima por la ventana de tus pupilas.