Los sonidos son mi hogar, mi refugio,
Mi consuelo y mi cueva de vez en cuando.
La danza muchas veces se transforma en una nave, y en esa nave, mi nave, sin darme cuenta despego.
La lluvia es mi amiga sincera, que descubre mi verdadera piel y mi más honesta cara.
En estos vientos vuelo y en estos vientos he de regresar, a mi pequeña y discreta forma que camina y camina sin cesar.
Aquí en el rincón de los adentros, en el desvelo desmedido de colores inquietos, aquí donde la nada es todo y cuanto quiero, siento, que pertenezco.
Soy mi casa, bievenidos...