bernardo cortes vicencio

Animales Concéntricos  disturbios visuales  I# 34I

 

Alguien dijo que hay que acercarse al vuelo ajeno para poder volar, alguien  dijo mirándose la bragueta y la administración financiera, mientras se secaba el sudor del paraíso, alguien insistió, es posible agarrarse de la solapa y estar atento a que suene la campana del pueblo y alimentarlo con  las fábulas públicas, las que hace el reverendo político disfrazado de camaleón homérico   y besarle escrupulosamente la mano para que las  promesas no se surtan de frío y aprendas a arrodillarte ante el pastor y sus mandamientos paradisiacos, el pastor con sus pancartas populares, en la plaza estatal por dónde anda el autócrata, en la explanada del ayuntamiento, frente a la kermesse, en el foro,  entre los campesinos que curiosean los letreros del palacio de gobierno, en las oficinas diplomáticas de los ediles.  Al buen entendedor pocas palabras,  bienaventurados los que se cultivan con el sagrado grial del abecedario y la pócima del convencimiento, bienaventurada la amistad en los momentos difíciles de la gran confusión, bienaventurados los que quieran ver la luz, los exhaustos, los desesperados, los de la fe ciega por la cirrosis hereditaria en la literatura, por las criaturas inválidas en la paranoia y la locura, por los que nacieron bruscos y se sienten un geek: la radiación del filósofo enseñándote el estigma en el pecho, la herencia poética la que le lamía la entrepierna en las noches  y te oriente con  el cirio en la mano, el humanista represor  que necesita hermanar las contiendas electorales en la poesía  y propone las insignias de cazador en celo  con los labios temblorosos masticando chicle. Hermanos míos pongan su diezmo y amáis a la poesía y la resina absoluta de la inocencia, y aclamen el perfume de su sexo y el estímulo de la amante en turno mientras pellizquen sus glúteos. Nunca duden  de acercarse  al vuelo a los ocho mil metros de la ruta, el vuelo, el que tiene que evaluar los costos en este país en quiebra,  aunque tenga un trazo surrealista y la divida una línea gruesa y  lo sustente el obrero aquel que verdaderamente trabaja con tintes filosóficos y te pueda dar  lección de gran residente basado en la crítica bajo la belleza obscena de no saber nada… estos que dirigen el honor en el periodismo y la política comprada con la doble moral del chantaje, la estafa, el engaño. Para volar se necesita la buena labor literaria como los aeroplanos de los hermanos Wright y no una larga mano en el teléfono sin que huela a extorsión  y que ella misma despegue sin que tenga tratado del libre comercio y se esté cobrando las regalías,  el buen fundador, el colonizador que tenga el nombre verdadero sin que busque el maquillaje del reflector político, sin que tenga que sentirse el director del best seller, ni que tenga  acciones y cuentas bancarias  para poder vender a la  modelo de la última moda con el leguaje, es decir: un set cinematográfico en la poesía, y la  ajuste en  el escenario con una identificación de enfermos contagiosos, como si de veras, como si de veras estuvieran en una clínica para enfermos mentales y sean expertos en el coito hiperrealista en la literatura y solo entablen  historias de amor cursi, limitados, ñoños-exagerados,    como si el mismo autor escribiera un artículo para el gobierno y su petitorio sea ensamblado para el soborno y a la acciones del partido al que  pertenece  como socio mayoritario del patrocinador.

 

Bernardo Cortes Vicencio

Papantla, Ver, México 

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