Una tarde de enero y de fuego
decidiste irte sin despedirte
colgando tu vida en el perchero
dejando atrás la triste nota.
\"Perdon\" escribiste, sólo eso
\"estoy en el galpón\" curioso uso
del presente, porque cuando fui allá
ya no estabas, sino un muñeco de cera
colgado de un gancho, mirando a un rincón
como en penitencia, como avergonzado.
Sólo ahora puedo escribirte esto
sin que la culpa o el enojo
no arranquen lágrimas a mis ojos
y me estrangule la voz mi angustia.
¿Perdón? ¿Por qué?
Por no haberte interpretado
que tu mente, luz brillante,
se veia humillada con un cuerpo
limitado?
Por no haberme dado cuenta
que nos avisabas que te ibas
y no te dimos importancia
o dijimos: -cosas de viejos.
Y ahora aqui estamos
yo escribiendote unos versos
que ni riman ni nada
y a traves de ellos
solo ruego por tu luz
que hayas encontrado
la paz tan buscada.