Llueve...
y las gotas
salpican recuerdos,
dibujando en los charcos
momentos concéntricos,
imágenes nítidas,
que de a poco
se van diluyendo,
a medida que las ondas
se desvanecen.
Dicen que el agua
lo limpia y se lleva todo,
pero aquí,
trae una melancolía parisina,
de callejuelas inundadas
vacías de gente
que ha corrido a guarecerse,
vaya a saber donde.
Llueve...
entre lo gris de la tarde
y la monotonía de este cuarto
lleno de hastíos
y de fantasmas que acechan,
las memorias se resisten
y echando raices,
se aferran al alma.
Y yo en la ventana,
fumo y te pienso,
como piensa el desierto en el agua;
tu voz en la tormenta
parece que me habla
y este café amargo,
hoy me sabe a nada.
-. PaR
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25012020