Pinares antiguos, pinares frondosos,
en cuyos vértices de luz, altas cúpulas,
quedó quieto mi reflejo horizontal.
Pinares verticales, hundidos en la tierra
por raíces y vientos, en cuyo crujido
quedó mi adolescencia partida, tronchada.
Cuánto tiempo he deseado regresar con gloria
a vuestros senderos y caminos.
Cargado de un orgullo inexorable, como Ulises
regresando intacto, a los brazos de su Penélope.
No me faltaron rimas, tampoco amores, mas
en silencio vuelvo hoy mi mirada hacia vosotros.
Y silenciosos, me la devolvéis, sin esperanza.
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