En el crepúsculo del atardecer,
veo el vuelo de las nubes,
con su majestuosa blancura,
tras el fastuoso arbol que adorna.
El viento me recuerda tu nombre,
y me reclama que también te extraña.
Los días ávidos de vivir
vertiginosos los veo pasar,
tal como el viento sin cesar vuelan..
Y se engrandece a cada segundo
la adoración de tu querer.
Que, sin prudencia alguna, se acrecienta.
El raro embrujo de tus ojos,
cada día aviva el fuego de mi loca pasión, al en ellos recordarme reflejada.
Y en mis eternas vigilias
de añoranzas y penas,
oscuras noches se arrinconan
en lo más profundo
de mis fatigados recuerdos,
y te extraño...
G/P