Terror.
Todas las noches puedo ver a un humanoide calvo de cara blanca y sin cejas.
De demoníacos ojos blancos y vacíos.
Dientes afilados y tiene cenizas en las yemas de los dedos y el hocico.
Tiene el semblante de horror a veces o de descorazonador gemido.
Incluso si sonríe parece hacerlo a la fuerza, presa del pánico.
La ansiedad cómo a todos los tristes, me hace temblar.
Sollozando choco y choco los dientes que ya se empiezan a resquebrajar...
Mal presagio, mala señal, siento que algo malo me va a pasar.
Justo en la obscuridad y el silencio donde se nota de verdad la fragilidad…se presiente el tormentoso y afónico final.
Lo que más odio es su grito mudo…
No lo escucho... ¡lo siento!... veo su rostro.
Y desespera y se convulsiona y me odia…se encaja las garras en sus ojos que chorrean espesos borbotones de sangre obscura y violeta.
Confieso esto porque ayer al fin descifré su grito y porque señala siempre al piso…
Quería que viera lo cerca que estoy, que ya voy a medio camino.
Si se ríe es de mí, es de todo lo que me arrepiento.
Y si llora es porque sabe que al chocar se irá conmigo…
Y es por eso que hoy no duermo.