Hoy te has aparecido una vez más en mis sueños:
tu cuerpo de jazmín fluía entre blancas flores
que exhalaban mil perfumes acariciadores
para un ausente amante en un paraíso de ensueños.
La mirada verdemar de tus ojos risueños
me proporcionó ciertas fragancias y sabores,
que fluyeron en brillos de luces y colores
como talismán de tus encantos halagüeños.
Cuando por mi ventana entró la dulce alborada
y Apolo doraba ya los árboles del río,
una bella ninfa plegó el velo de mis ojos.
Yo me apresuré a apoderarme de los cerrojos
de tu visión que, en el curso de mi desvarío,
creí real y no incorpórea sombra imaginada.
Suspiros y sueños de amor