Tus discursos,
contrarios a tus quehaceres,
son un enjambre de mentiras,
incoherencias,
falsedades,
y disfraces,
manchados con tus placeres.
Tus palabras rimbombantes,
huecas como tigüilote,
son la herramienta exquisita,
que utilizas fiablemente,
para envolver a los serviles,
los inocentes,
y a tus amigotes.
Crees que nadie te observa,
crees que todos te creen,
pero son muchos y por cienes,
los que saben tus vaivenes,
que en silencio los escondes,
y como supones tener poder,
confías que nadie te detiene.
Ya llegará el momento,
donde la luz desnude por siempre,
toda tu prodigiosa oscuridad,
porque la farsa no dura mucho,
perseguida por la verdad,
y entonces será oportuno,
que la justicia te escarmiente.