El cuarto en penumbras,
teñido de rojo,
dos cuerpos desnudos
que apenas se vislumbran
en un paisaje marciano
de sábanas húmedas
de salados sudores
y jadeos profanos.
Una bandada de palomas
revolotea aún bajo el cielo raso,
mientras en el aire,
aún perdura el fragor del sexo,
suave penetración y naufragio
en el mar del ansia,
enérgico frenesí,
el de tus caderas
y mis ganas.
Yaces aún agitada
mientras mis manos,
ávidas manos,
sujetan, aprietan y exploran,
la nieve de una piel
pintada de escarlata,
y se aferran al volcán de tu pecho,
escalan tu ardiente monte
o se hunden en la laguna,
de néctar, espuma y lava.
El cuarto en penumbras,
teñido de rojo,
el tiempo que vuela,
un teléfono llama,
es hora de irnos;
y aún de ti tengo ganas.
-. PaR
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26012020