Lo que a mi me gusta es rozarte,
hacer lírica con tu piel,
resbalar mis yemas por las sienes
camino de tus hombros desnudos,
llevando sabores húmedos
allá donde tus sentidos se estremecen.
Mi pasión es seguir tocándote,
pequeño instrumento,
afinando tus notas por abrazos,
acercando los labios de modo tan sutil
que hagan olvidar a tu cuerpo
tanta mediocridad acumulada.
Mi fin es que bailemos tumbados,
acariciándote por la espalda,
y hacer que te gires mil veces
para comprobar que es real lo que sientes,
y que entiendas que no son sueños
las caricias de este poeta de las manos.