El trabajo que sólo uno mismo puede hacer, no consiste en el acto de cada día salir y obligar a la conciencia cósmica a que olvide todo lo desagradable que hemos vivido, mientras adentro se nos queda aquello que buscamos. Cuando creemos ser más libres, es cuando más presos estamos, el que busca proyecta únicamente aquello que busca. Las cosas sólo tienen propiedades esenciales, en la medida que cada uno haga de ellas condiciones necesarias. Obliguemos a la realidad que altere nuestra capacidad creadora, es decir, la capacidad creadora de poder ver, de ser nuestra propia luz, de no seguir a nadie, de reconocer la delgada línea entre lo ilusorio y lo tangible. Las cosas que vemos en los demás, son las mismas cosas que arrastramos, una estricta proyección de nosotros mismos. La realidad no es objetiva, no es una opción el camino de la mayoría, el camino de la mayoría es fácil, el nuestro, difícil. Caminemos. De alguna forma, crecer es aprender a desaprender, y despojar de sus mágicos poderes al miedo. Ayer, la irá del mar con la luz de la luna cambió, depositemos los lamentos y días peores, en la garganta de un beodo muerto, porque todo lo muerto tiene la magia de llevarse el drama de su propia existencia. Dicen las estrellas que los fugaces siempre fuimos nosotros. El amor, aquél que alberga la posesión como elemento fundamental, únicamente se trata de la satisfacción de un objeto, por eso, lo que amamos se convierte en muchos casos, en un fantasma. Y nosotros, únicamente somos el lugar de sus múltiples apariciones. Dios naturaleza me salve de no desempolvar el pasado haciendo prueba la nostalgia. Sustituyamos la tristeza ayudando a los demás, porque sólo limpiando nuestro corazón veremos como se llena de luz y alegría. No busquemos culpables, que de nada sirve, ahí no crecen flores. Descubrí la forma correcta de llorar, escribiendo, dibujando y bailando, quién vive plenamente, es decir, sintiendo, esta listo para morir, porque es consciente quien piensa sintiendo, y quien piensa y luego existe. Llorar núnca fué una característica de los débiles. Nacimos llorando, porque llorar desde siempre fue sinónimo de respirar, sacar lo que nos duele y borrar cosas, como la nube que se va. Ahora escribo pájaros, y reconozco la existencia de la desilución, la nostálgia y del tiempo cronológico. Y sin tener filosofía, entendí el intervalo entre la idea y la acción, me convencí que actuar es arrancarle a la angustia su certeza, desde que logramos estar de pié por la fruta de un árbol, y superamos de los diccionarios coloniales lo imposible, por ser el resultado de nuestros propios pensamientos. Las cosas que hacemos, o disminuyen nuestra calidad de vida o la mejoran. Reaprender lo que es libertad. Cuándo existe movimiento, la vida vale mucho más de lo que creemos. Reconocer que sí nos caemos, es porque estábamos caminando. Quien se cae y se levanta es digno de crecer y seguir, cómo todo lo que está vivo. Comprendi el valor de lo sensible, pues he observado la línea que trazan nuetros parpados en el horizonte cuándo sonreímos fijamente.