Inquieta y furtiva, sensual me miraba,
diciendo ¡te quiero!, con voz que arrullaba.
Su grácil figura de homérica diosa
llevaba en sus sienes un aura grandiosa;
su boca tan roja; voraz y carnosa
me dió con sus labios la miel mas sabrosa.
Su talle, sus senos, clamaban ¡orgía!,
con dulce susurro que me estremecía.
Radiante y coqueta, feliz suspiraba,
haciendo soñara la gloria fastuosa
me dio su regalo de dulce ambrosía.
Rielando en el cielo, la luna brillaba
cubriendo su imagen que tanto anhelaba.
La noche serena, fulgente preciosa,
prestaba su manto, gentil, luminosa;
logrando brillara su faz tan hermosa
igual que corola de fúlgida rosa.
Su llama de amores del alma salía
llenando el entorno de loca alegría.
¡Entonces lujuria, miré que llegaba,
trayendo en sus alas pasión caudalosa
que todo mi cuerpo de fuego cubría!
Autor: Aníbal Rodriguez.