Soy ducho en pasiones, ardiente en la llama única,
particular, ancestral, candente y tímido,
presente en la garganta de las afortunadas,
ligero y sosegado en las noches más oscuras.
Ebrio por caderas anchas y generoso en caricias,
corrompido hasta la muerte, rebelde a escondidas,
cimentado en el frenesí de la diversidad divina,
locamente cargado de lujuria por tiernas señoritas.
Amo y esclavo de una naturaleza promiscua,
encadenado a su áspero olor cada 30 días,
como un halcón que desdobla sus alas,
así yo abro muslos fecundando dicha.
Revoloteando de flor en flor, cual colibrí degustador,
un desesperado de eco soez que perdió la razón,
el que todo lo tuvo y hoy prueba un solo girasol,
que cruje en deseo, ansiedad y pasión.
He aquí un ausente que aún le tiembla el pantalón,
de ojos profundos y amplios brazos que dan calor,
ave blanca que el tiempo deterioró,
promiscuo de mil aventuras y besos sin control,
con manos peregrinas y lengua viajera
con cuerpo de cobija y adicto a la indecencia.
Copyright 2019-03-01 Alejo Fénix