Día y noche estoy en tí… ¡nadando!,
en la laguna de tu amor… ¡durmiendo!,
tu cordón maná me está alimentando,
y cada mes en tí sigo creciendo.
Tus manos suaves desde afuera siento,
acariciándome mi rostro adentre,
del fruto anhelado que está en tu vientre,
es tu cariño que fluye contento.
Soy embrión, la nuez que aún no ha nacido,
que sintiendo va en tu vientre tu aliento,
y viviendo… ¡viviré agradecido!,
por tu dulzura, madre, de mi adviento,
y seré el chiquillo más bendecido,
cuando el alba ilumine tu aposento.