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**Novela Corta - Mi Alma en un Fantasma - PARTE III~**

Y el violín, quedó, a la deriva, a la intemperie con una canción, que soslayó en el viento como tocaba el solo violín. Y el dolor de Herminia, soslayó en penumbras y dolores sin sabores de presentir el cielo azul, sino de color gris, como el de la tormenta. Sin esperar nada a cambio, se entregó en cuerpo y alma a su amor José. Cuando el tiempo se sintió, lo que el tiempo deja unas horas en que sólo el deseo, se desviste de ansiedades nuevas, cuando el amor creció como el mismo dolor. Y fue el deseo el que perpetró un silencio cuando se amaron en paz, y en un silencio que cuece el alma en eterno fuego devorador. Cuando se debió de amar lo que se entregó más y más, un corazón en un sólo latido. Cuando se debió de amar en cuenta gotas de pasiones inconclusas, de un sólo tiempo en que el alma se dió más y más, el saber de un comienzo sin poder finalizar el amor tan sólo en un nuevo deseo. Cuando en el ambiente se dió el fulgor de una sola estrella en que sólo el tiempo se vió reflejado en la luz de ella. Y, Herminia, ¿lo sabía?, pues no, no sabía de la hora ni del tiempo ni de la luz que emanaba en total situación de pasión latente entre el corazón y el amor verdadero. Cuando en el alma se debió de entregar lo que oscureció en el cielo azul una tormenta de gris tormento. Cuando en el alma se electrizó lo que se debió de amar lo que más se debió de saber que el deseo se desvive en una linda conciencia. Y que se supo de amar, más y más, cuando llegó el otoño y dejó caer hojas sueltas por el suelo por donde se hizo alfombra de unas hojas al viento en el bello suelo. Y que se electrizó el desastre de amar lo que fue, un amor dentro del corazón. Cuando en el alma se amó intensamente, como el haber entregado el alma y más el corazón. Y en una sola razón. Que se deleita aquí en una sola razón, cuando se convierte el deseo en una aventura como la fortuna.

 

Y, ella Herminia, ¿lo sabía?, pues no. Que el amor es dolor, y que el dolor es amor. Cuando se comienza sin poder finalizar bien o mejor.  Y aquí no se finalizó bien, se dijo él, José. Cuando en el altercado entre sus padres y José, se llevó un tremendo susto de los que nunca podría salir de él, sino con la misma muerte. Y era ella, Herminia, la de un susto en el corazón, cuando se intensificó más y más, su deseo en amar a José, pero, se electrizó más su cometido en ser la más débil entre los dos, que no se pudo defender ese amor como lo que más se quería y se amaba. Pero, hubo una lucecita que alumbró su camino y su destino, pero, Herminia, no la supo descifrar y fue un último te amo, de José. Cuando en el reloj se vió reflejada la esencia y más la cobarde atracción y el delirio en amar lo que más pasó una camorra de las que es presencia entre sus padres y él, José. Cuando en el ambiente sucumbió un dolor muy fuerte como el haber sentido la más fuerte fuerza de haber hecho algo muy malo y con una conducta por un amor desertor. Cuando en el alma de Herminia, había volado lejos y aparece esa luz clandestina cerca de ella, era sólo su propia alma que deleitó lo que más fugó, a ese amor solitario y fugaz e inconsecuente. Cuando en el delirio se amó intensamente, cuando en el mañana, no hubo más mañana para la pareja que se amó a escondidas. Y fue la presión o las amarras de ese amor encadenado, atrapado y en la sola soledad, se identificó como una pasión escondidas y sin medida, cuando en el alma se entregó a ciencia cierta, con una sola química, en que sólo el deseo se aferró al destino y al camino sin sueños ni ilusiones. Y era ella, Herminia, la del amor a escondidas, la que desilusionó a sus padres en el pueblo. Y bajó cerró abajo, por el monte, por el llano del Hoco, y se sentó en la piedra a esperar a su amor indeleble, más real y verdadero que no quiso extrañar su forma de amar cuando en el alma se electrizó de sueños, pero, quedó a la deriva naufragando en el tiempo dentro de un cálido fantasma que atrapó a su alma y era ella , la del espectro azul entre el cielo azul. Y todo el mundo lo vió al espectro azul, cuando su alma voló lejos de su cuerpo y quedó atada al espectro azul entre el cielo azul y las nubes de gris de tormenta, entre el amor y el altercado entre sus padres y José. Y lo sintió ella, cuando quiso amar o desamar por culpa de sus padres entre aquella piedra sentada y adherida a su alma al cielo y a la tormenta que se avecinaba. Y llegó sin avisar esa terrible tormenta, cuando zumbó un viento un remolino de viento en el suelo, en aquel suelo donde dejó pasión y amor y ardiente calor en aquella grama del suelo verde. Y se fue por el rumbo, sin dirección sin pasado, ni presente ni futuro. Cuando en el tiempo, se vió reflejado de horas exactas dejando un delirio nefasto de aquel tiempo, en que se logró, la manera de amar en aquellas horas de triunfo y de dolor, cuando su amor quedó en un solo deseo. Cuando en el tiempo se electrocutó el deseo de amar en un aluz adyacente de ira y de dolor y de amor y de pasiones sin tomar medidas. Cuando Herminia, tocó su violín, era una perfecta canción cuando en el amor se llevó una inmensa y gran sorpresa, cuando el deseo de llegar y abrir el cielo de azul, se obtuvo el gran instante en amar lo que se creyó, en aquella canción de un violín tan obsoleto y viejo en que sólo entonó aquella vieja canción. Cuando sólo albergó un delirio tan frío como en aquella piedra en que ella se sentaba a esperar el amor en cada aplausos de la vida, cuando sólo se imaginaba aplausos por entonar aquella dulce canción de un viejo violín. Y era ella, Herminia, la que un día de pena soslayó de ira y de un porvenir incierto. Cuando en el frío, se sintió en una sola piel, de coraje y de alegrías, cuando amó con dolor a escondidas de sus padres. Cuando en el alma, quiso correr, pero, quedó atada y atrapada en un espectro azul, por donde se pasea en el cielo un sólo fantasma, cuando se cree, que el destino fue débil como lo fue en el altercado. Pero, quedó adherida e inestable como la sonrisa triste de José, cuando vió a sus padres subir por el monte, cerro arriba y en aquella piedra donde se amó incansablemente. Cuando en el alma se dió, una impureza de esas claras que atrapan el deseo y el juego de amar en lo que más sucedió. Cuando por fin, llegó a ser como una ninfa del bosque, hermosa en aquel espectro azul salvaje de escondrijos silvestres entre aquel monte del llano del Hoco. Cuando Herminia, sólo obtuvo un sólo corazón a la deriva, al ocaso naufragando en el tiempo y más en aquella tarde de invierno seco con ese frío que dolía en el alma. Quedó pensativa, airosa, y plena, de vicisitudes clandestinas, pues, su alma voló lejos como impartiendo alegrías de ver a su amor pelear por lo suyo y más por lo que quería amar a Herminia en contra de tanto dolor. Cuando supo que quería en ser a conciencia lo que más obtuvo en ser con ira y con desenfrenos. Impartiendo el frío y los celos de un nuevo comienzo, como lo fue entregar en cuerpo y alma a su pasión y su gran amor. Cuando fue edificar más el contraparte de ver el cielo de azul y no de gris, pero, el amor se convirtió en pasión dejando a un lado el dolor estéril de las consecuencias del amor a escondidas. Y sí, se amó intensamente, pero, un día, sólo se supo la verdad, cuando en la vida se descifró la incógnita de haberse amado a escondidas, cuando su alma voló lejos, de la verdad y de la certeza de haber entregado su alma y su corazón a José. Y era ella, Herminia, la que un día se entregó en cuerpo y alma a ése ser que ella amaba tanto. Cuando en el reflejo del espejo se vió marcado su rostro y más a su alma gemela, que era él, el amor de su vida José. Cuando vió el amor entre un sólo altercado, una contienda o una camorra en donde ella Herminia, salió muy mal, y fue que dejó su alma volar en un espectro azul por donde albergó su alma de caer y de morir en el acto por un gran e inmenso susto. Y era ella, Herminia, la que dejó a un lado, el combatir por morir en el intento tan fallido de creer que su amor tendría algún valor entre los deseos de sus padres. Y quiso ser a conciencia lo que más quiso en ser, una mujer tan valiente, tan real, como el haber zucumbido en un sólo trance. Cuando el amor se vió reflejado en un sólo deseo, en creer que en el vacío cayó su corazón y sí, cayó en el vacío, y en un espacio por donde se alteró su cometido en sublevar la razón a toda costa y en cuentagotas la pasión de un amor que quedó adherido a aquella piedra por donde se paseó el más vil de los vil momentos, el altercado entre los padres de Herminia y, José. Cuando se creyó el instante en que se fue el delirio en albergar a un amor como el de ellos en un sólo corazón y ser querido como todos los demás. pero, cayó en un sólo desastre. Y vió su reflejo en cada paso, como el haber querido su esencia, su más eficaz tolerancia, y más su virtud, por haber creído en ese amor que en cada fulgor se llena una esencia pasajera como lo fue amar sin conciencia de que sus padres algún día se enteraran de la mala esencia de su camino y de un destino en que sólo el destino fue muerte. Con una consecuencia en que la muerte fue símbolo de amor y de ternura cuando sólo se vió una muerte sin comprensión por parte de sus padres. Cuando en el alma se vió volando lejos, entre un espectro azul y alucinante, que sólo albergó su alma como pasaje de una vida y de un amor en que sólo el destino fue misterioso y cruel como dejar la muerte en cada latido del corazón y, todo, por un sólo susto que le provocó la muerte en un instante en que más deseaba amar a José. Y era ella, Herminia, la del amor total en su corazón y la que deseaba amar a José, a pesar de la intemperie deseada por el tiempo y de la sola soledad entre sus padres y ella, Herminia, porque no existía diálogo alguno que librara a Herminia de toda culpa en amar a un hombre a escondidas en aquella piedra del llano del Hoco. Y el violín, ¡ay, del violín!, que tocaba armoniosamente en aquella triste soledad que le llamaba el tiempo y más, cuando en la mañana amo intensamente, y quiso en ser como el nefasto del tiempo. Cuando en el ocaso fracasó verdaderamente, si fue como la misma destreza en que se amó realmente entre aquellas tinieblas frías y del sol a cuestas. Fue cuando se interiorizó el deseo en amar a favor del amor sin sentido y con el tiempo a su favor a escondidas. Siendo el deseo, el tiempo y con el amor pasional en la fiebre por amar. Y con el dolor sin poder derretir en el alma, porque el alma lo fue todo para Herminia, era la que le hacía sentir amada. Cuando en el tiempo, sólo el tiempo, ubicó un miedo intenso albergando sólo en el corazón. Cuando en el tiempo, sólo el deseo, se convirtió en ansiedades nuevas, como el haber destruido el desastre en el corazón de Herminia, y haber llegado a la muerte, solamente es un desastre cuando se halló lo que más dolió la muerte de Herminia. Cuando en el sólo tiempo, se debió de entregar lo que más se amarró, un deseo, y un amor en el tiempo. Y era ella, Herminia, y su violín, más deseado. El que ella tocaba y amaba tanto. Y era la canción más armoniosa, la que en derredor comenzó a tallar la esculpida madera de un amor total, clandestino y perdido como tan escondido como el deseo de un sólo beso prohibido. Y Herminia, era ella, la que en sólo un silbido, se dió como el principal latido del corazón, en un santiamén de bendiciones y de maldiciones adyacentes que sólo se perdió el deseo en ver el cielo como de gris tormenta o de azul celeste. Cuando en el cielo se edifica, el bien y no el mal inalcanzable, cuando se amó más y más. Y quedó como órbita lunar el deseo atrapado entre el cuerpo y el alma. Cuando en el zumbido del silbido de un sólo susurro quedó a la deriva naufragando un sólo tiempo. Cuando en el alma se dió lo que más se dió, un sólo tiempo. Cuando el deseo se convirtió en amor y fue aquel violín el que se dió una armonía en el corazón. Cuando en el instante en que se debió de alterar más el ambiente, de ver y de realizar ese consecuente amor en aquella piedra en que se amó intensamente.                                                           

Continuará……………………………………