Mael Lorens

EL TRANVÍA HA PASADO VOLANDO

Del mismo modo que la flor no persigue a la abeja,
sino que es la abeja que va a la flor, el Ego nos persigue sin cesar es nuestro peor demonio, y nos va matando poco a poco.

A menudo se cuelan mis palabras por los pliegues de
mi Alma, y van dejando un escenario de luces y sombras chinescas, donde cada personaje aparece en blanco y negro,
el blanco, es el alma limpia y clara, y el negro, su secreto más oculto y oscuro.

Fíjate cómo son las cosas que siempre pienso que estamos
en Primavera, más fría, más caliente o más templada, de distintos colores si quieres, pero siempre seguirá siendo Primavera en mi corazón

Vivo en la penúltima esquina de la calle del Olvido, en el número tres, Primero. A, antes vivía en calle melancolía
pero dejó de pasar por allí el tranvía hace mucho tiempo
ya.

Ayer en la calle, conocí a una mujer que me dijo que se llamaba Soledad, nunca se queja de nada y le sigue siempre su sombra, a todas partes, aunque siempre está callada y es muy recatada.
el silencio que hay entre ellas dos, solo con sus miradas se entienden a la perfección.

Me encantaría ahora mismo huir de aquí, salir corriendo sin
mirar atrás, marcharme bien lejos a otro País, empezar a vivir
de nuevo en otro lugar, por supuesto a la orilla del Mar, oler
a salitre y escuchar las olas, sentir el viento diferente, notar
todos los colores de distinta tonalidad,

Sentirme si quieres un extranjero nuevo en la ciudad, irme todos los días a la playa a pescar, y escribir cientos de Poemas, volver porque no, a enamorarme una vez más, y amar y amar,
sentirme que me he vuelto loco y que el deseo me empujé hacia ti, una y otra vez, sin saber ni querer ese latido cómo frenar.

Hablando, hablando, y contando mi sentir, el tranvía a pasado volando, tendré que esperar al próximo, mientras tanto, me siento en la escalera de la entrada de mi nueva casa, silbando la melodía que nunca olvido, estaré más atento, pues este tranvía no circula por ninguna vía, circula volando con sus propias alas, y aunque nadie me crea, me bajaré en la próxima parada, que casualmente se llama el Bulevar de los sueños rotos.

Mael Lorens
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de Autor 30/01/2020