Cheralizu

LLAMA

Sì, sólo una vida se nos dio,

Sólo un momento para encallecernos,

Al roce, se encendió la llama del deseo,

Que nos apaciguó en lo más frívolo del sitio,

Aquella llama no tuvo principio ni final,

Nos no magulló las supercherías,

Cargando un dolor mutuo al corte del vuelo,

Como aves que no tienen refugio,

Picos de arreboles sangrados y heridos.

Que pillan de morriña,

Un deseo del alma lúgubre,

Al no tener tacto cálido sentirás su perdida,

¿Tú no puedes atisbar?

¿Ni sentirla?

Sin embargo, el alma se eleva en tonos grises,

Esa llama quemo nuestras alas,

Que revolotean morriña,

Sintiendo renuncia al despertar del alba,

A la flamante de tu ausencia,

Yéndose a una nueva existencia.