Nada de nada ha quedado.
Una silla de roto respaldo
apenas un aroma en un cuarto abandonado.
Nada de nada ha quedado.
Ni el susurro de tu adiós
si es que acaso lo habrás dejado.
El verano nos robó
esa última lágrima, evaporada.
Nada ha quedado.
Nada de nada.