Te pienso,
y quisiera decirte tanto,
pasar horas hablándote de todo,
pero en realidad no queda más nada que decir,
todo está aquí,
el vacío,
la nada,
la soledad desordenada,
todas parecen coincidir.
Pero te pienso,
te repito en mi mente,
te repito en mis pensamientos,
y en realidad no quiero que te quedes,
sólo no quiero que te vayas,
sólo no quiero que te alejes,
y me pongo a escribir ese mensaje,
ese último mensaje,
y mientras lo escribo,
siento que mis dedos a la par de mi corazón
se rompen poco a poco con cada palabra,
y miró mis uñas,
azules,
azules por el frío que he dejado que llegue a mi corazón y se disemine a todo mi cuerpo.
Pero no puedo dejar de mirarlas,
ellas te traen a mi pensamiento,
te recuerdo cobijandolas y diciéndome seriamente que soy tan delicada
que jamás podré estar sola,
que no puedo cuidarme sola.
Hoy que las veo,
pienso que quizá no era necesario,
que quizá no era necesario que estuvieras a mi lado para cuidarme y calentarme las manos.
Y todo eso me regresa,
y me hace entender que existíamos como una gran mentira que nos creíamos sólo a ratos,
y que aunque existió y fue real,
no queda nada más que escribirte mientras te borró para borrarte mientras te escribo.
Autor. Ana Andrea Robledo Cardona