Amada mía tus cabellos negros como la noche sin luna ni estrellas,
Caen en tus hombros desnudos como la enredadera en un árbol,
Tus ojos brillan como dos antorchas en la profundidad de una cueva,
Y es tu sonrisa como el trinar de los pájaros al amanecer,
Me sorprendes con tu voz que susurra como el viento en la montaña,
Son tus palabras que hacen eco en el fondo de mi alma cada vez que me hablas,
Y son las caricias de tus manos las que agitan los latidos de mi corazón,
Y en cada beso de tus labios libo el dulce néctar de tu amor,
Igual al colibrí cuando va de flor en flor,
Pero es tu piel tersa y cálida la que arropa mi alma desnuda en las noches de frío,
Ah tus piernas, son tus piernas el camino en medio del desierto que me llevan al oasis donde calmó mi sed amar,
Y tus pasos son los pasos que me guían a dónde tú me quieras llevar,
Cada poro de tu cuerpo me recibe en mi llegada triunfal cada noche cuando te dejas amar,
Y así en estas cortas líneas sin nada reprimir quise en forma de poema tu hermosura describir