Y era ella, ¿Herminia, o Rosa Jazmín?, cuando en aquel frío altercado le dió un susto y cayó al pavimento casi deteriorada con el frío invernal seco que presentaba el cielo con la vil tormenta que acechaba con llover en aquella tarde del ocaso frío. Y se fue por el monte y se obligó al espectro azul acoger a su alma debidamente fuerte y que fuera estable para albergar en su corazón y ser más bella que Herminia, pero, con el mismo espíritu de fortaleza que su mismo corazón. Y halló lo que nunca, un trabajo, como asistente médico, y se fue a trabajar durante los diez años desde que Herminia murió. Y laboró y aprendió que la vida es, aunque existan diversas vidas, entre su alma y corazón adyacente se debe a que la vida es una y uno fue aquel amor para ella y para los dos. Y ella, penetró el más cálido monte por el llano del Hoco y lo encontró a José, en una cafetería del pueblo. Y prosiguió y hasta que lo conoció paulatinamente. Y halló lo que nunca, en el barrio un amor como de esos claros y estables, pero, cuando se amaron, quedó impresa el olor de ella a rosas del monte en que los dos corrían en aquella piedra del llano del Hoco y más que se amaban a pulso y a gota a gota de la pasión benévola. Pero, era ella, Herminia, la que un día perdió todo su amor y más su vida, y todo porque murió de un sólo susto por la vergüenza entre sus padres y él, José. Y se halló lo que el comienzo quería finalizar, pero, terminó con un terrible altercado entre lo que más se llevó acabo, un amor como el de Herminia y José. Y terminó con lo consiguiente de creer en el amor a cuestas de la pasión sin medida, cuando en el ambiente se dió un desastre en la pelea, entre sus padres y José. Cuando en el terrible desenlace, amanece con o sin sol, con o sin lluvia. Cuando en el delirio se vió lo que aconteció, cuando en el ámbito ambiental se dió una sola piedra que en aquella piedra se amo consecuentemente y apasionadamente, dejando un delirio, en el cual, soslayó y yacía de penumbras y de grandes sombras que perpetró un frío y siniestro desenlace. Y era ella, Herminia, la del espectro azul, la que formó un “affair”, con José. Sintiendo lo suave del delirio en un constante y con un frío como un hálito gélido, que consumió el deseo en amar de Herminia y de José, cuando vieron llegar a los padres en el monte hacia el llano del Hoco. Y subió y bajo por el monte buscando esa piedra por donde se veían Herminia y José, a escondidas de ellos y nunca se supo del “suelta lengua”, que les dijo a los padres de Herminia de todo. Y era Rosa Jazmín, la que ahora amaba a José, cuando en su delirio y el frío soslayó una sola sombra que dejó fría las manos a Herminia. Cuando en el campo o en el monte sólo quiso amar en aquella piedra que dejó su amor adherido como aquella lágrima en que sólo fue el principio sin poder finalizar el tiempo. Y era, Rosa Jazmín, la que quería amar como un espectro azul a José, pero, en realidad se vió empañada por el recuerdo de ella, como Herminia. Y zumbó como un delirio nefasto que sólo quiso hallar la cruda desesperación, pero, sólo halló lo que nunca un altercado y una sola muerte, la de Herminia, en aquel pavimento frío y desolado cerca de la piedra donde se profesaban amor como ninguna pareja. Y sí, fueron diez años de superación, de vivencias, y de gran experiencia, cuando nuevamente se encontró en aquella cafetería a Rosa Jazmín. Y quiso amar y entregar su corazón, otra vez, pero perdió algo, su gran fidelidad por Herminia, su gran y único amor. Pasaron diez años, los cuales, no se supo nada de él, de José, ni de su vida ni de la vida de los padres de Herminia. Cuando su alma vivió demasiado en un espectro azul que edificó la manera de amar más y más, y quiso ser pasivo y consecuente y hábil en la pasión derribada para obtener de José su gran amor, y sí, que lo consiguió. Y era ella, Rosa Jazmín, cuando el alma se vió triunfante y extremadamente feliz con ella, con Herminia, dentro de ese fantasma azul que la acogió, como huésped dentro de su piel fantasmagórica. Y fue descubriendo lo cobarde de un sólo corazón, en que sólo se descubrió la total razón. En que sólo se perdió la sola razón, en una tortura en que sólo se debió de entretejer el sólo deseo en un buen comienzo. Cuando el amor quedó como llanto adherido por una sola lágrima. Cuando en el ocaso se vió reflejado como el mismo tiempo. En que sólo el deseo se vió como el mismo pasaje en ver y de sentir el amor propio en cada suspiro del corazón. Y era ella, Rosa Jazmín, la que triunfó un momento, en que sólo el deseo y el anhelo se vió forzado y fortificado en celebrar lo que más deseó él, el José. Un amor para siempre y para la esencia de una presencia en que sólo la ausencia no se vió empañada por la vil muerte. Cuando sólo prefirió un buen deceso entre aquella piedra de roca viva. Cuando se enteró de que posiblemente fuera visiblemente viva su pobre alma hacia el más tenebroso fantasma azul donde habitó por más de diez años. Pero, no sólo fue su delirio sino el después de querer amar a José, como un espectro donde su alma fue huésped en el mismo cielo azul. Y lo comparó con su cielo azul, cuando en el instante se dió un fantasma azul de los que existen en el monte o en el llano del Hoco. Cuando en el ademán tan frío se dió el frío incongruente de ver y sentir aquel invierno seco donde se paseó el más vil de los fantasmas. Y se quedó allí, en el fantasma azul por donde se vió el momento en que el cruel destino se dió como el horroroso camino en que se dió como el ave vuela lejos en el mismo cielo azul. Cuando en el ambiente se quedó como aquella piedra de roca en que el deseo se vió otorgado en amar con pasión y con la debida atracción de poseer el amor en cada gota de la dosis de la pasión en cada palabra en que se profesaba ese amor clandestino, perdido y tan escondido de los padres de Herminia. Y era ella, Rosa Jazmín, cuando en el amor y en la pasión, se debió de entregar lo que más dejó en ser a conciencia, una sola virtud y era la de ella, la de Herminia. Y, José, ¿lo sabía que era ella?, pues no, su voluntad fue y será amar a aquella mujer en el mismo lugar en aquella piedra por donde se paseaba el amor puro e incondicional. Cuando sin condición ni impurezas se debió de entregar en el amor, como cualquier amor puro y sin pasiones sin medidas. Pero, socavó muy dentro en el aciago porvenir, en el funesto destino, y en el camino sin un atajo por donde se paseó el altercado entre los padres de Herminia y José. Y murió Herminia, de un sólo susto cuando en el gratinado momento se debió de endurecer el tiempo y no el amor en el corazón de sus padres. Y sí, fue como el destino frío. Y sí, fue como el camino sin porvenir. Y sí, fue como el amor sin pasión. Pero, soslayó en la manera de ver y de sentir la nueva camorra, cuando en el instante se debió de alterar el comercio en el corazón y no en sustanciales comienzos en finiquitar la contienda por haber muerto Herminia en el acto y en aquel pavimento frío. Cuando sólo identificó la crueldad de un amor sin poder ser a ciencia cierta verdadero como tan duradero. Y se fue por el viento y voló más su propia alma hacia el espectro azul cuando su manera de ver y de observar lo que dejó marcado y adherido en aquella piedra del llano del Hoco si fue una sola lágrima por un sólo instante en que se dejó de ver y de sentir el profesado amor entre ambos cuando sus padres llegaron e interrumpieron el amor tan cálido y tan real. Y el violín, ¡ay, del violín!, y de aquella canción entonada en que Herminia amaba y amaba tocarla para que José se enamorara más de ella. Cuando su inmenso violín quedó como un desastre y devastado pedazo de madera en un atrio desolado de la casa de sus padres. Y en el ambiente quedó como primera instancia, y fue aquella piedra donde amó intensamente, como el dolor que ella sintió cuando vió a sus padres subir por el monte o por el llano del Hoco, para hacer valer su inocente virtud. Pero, ella, ¿lo sabía?, pues no, no sabía qué era perder su virtud si verdaderamente lo amaba como una mujer valiente que dejó todo por el amor real de un sólo hombre. Pero, el fantasma azul, la llevó lejos de allí, cuando su alma se asustó por un sólo susto. Cuando en el ocaso se vió el cielo azul y de tormenta clandestina que sólo fue premonición de aquel altercado entre José y sus padres. Descifrando el cometido y el desgraciado y gélido momento. Cuando el alma se fue por el rumbo hacia el mismo instante cuando se debió de entregar el mismo candor cuando ella amó a José. Pero, ella era Rosa Jazmín, la del espectro azul, cuando se debió de amar más y más a un sólo hombre y era a José. Pero, ella era Herminia, la que un día lo amó en aquella piedra, por donde se amó verdaderamente e incondicionalmente. Y sólo se vió reflejada en aquella mujer valiente que amó realmente a José. Cuando en el tiempo sólo socavó muy adentro una cruel herida, en que sólo se vió el reflejo en aquel amor y en aquella pasión fría en que sólo el tiempo, si se vió como el mismo delirio tan frío como aquel invierno seco que le dejó un terrible dolor y más en su propia alma.
Continuará……………………………………………………………………………..