Quiromante perfecto
la caricia anhela el alma del temblor
colma de imaginación
la lluvia descalza
que se obstina en permanecer de pie
ante el pedágogico mutismo
del insectívoro cristal
que vacía los cuerpos invisibles
de nuestros ojos
ilumina el sendero de la mariposa
la metamorfosis de la muerte
en el baúl de la soledad
donde se paladea el adagio de su sonrisa
en un intento por avivar el fuego
y acallar la realidad
de los propios símbolos
cuando el tú yace incinerado
en los sonidos
de un aguardiente de mimbre