Piso la blanca nieve,
el frío se apodera de mi,
y el temor, fue la voz de mi cuerpo.
Paso página.
No hay respuesta para ello.
Sólo tú, blanca nieve, eres mi acompañante.
Deseo besarte, deseo tocarte,
pero mis pasos no te alcanzan.
Susurro ante el temor,
susurro sólo para tí.
Tú eres las luces de invierno,
invisible para la niebla,
pero visible para la oscuridad.
Mi voz se oculta entre la hiedra,
esperando a que tú aparezcas.
Tento a la suerte,
esperando que sea encontrada.
Tú, luces de invierno,
ilumíname ante la nieve...