Desde el jardin de mi vida, ese espacio de otoños y primaveras,
Veo tus ojos que brillan como el espejo de la luna etérea,
Tu silueta me muestra el lenguaje preferido, predilecto, abstraído,
Y me incrusto en el borde de tus retazos de crisantemo atraído,
Desafío el baile de delfines que envuelve el paseo de tus flores de hena,
Buscando mares inquietos en el recóndito espacio de memorias perdidas,
Resguardo el tiempo inmóvil de enajenaciones tempranas y divagantes,
Donde te esculpo en dibujos de arcilla, con trabajo a mano, en vida errante,
Y me veo aprisionando acantilados del tiempo en la clipsera de arenas de oro,
Pero tu lo haces tiempo de ámbar, de colibries en rocío, de verde trueno,
Avanza la primavera entre el fino espacio de tu enredadera,
Y siento el temblor de amasijo, que rueda por el contorno de tu espejo,
Eres pan que alimenta mi tierra,
Eres alimento que siembra mis espacios de cielo,
Eres terreno fértil para tener un tesoro,
Eres amada, y te amaría una y mil veces más,
Eres mi amada, yo te amaré cada vez más,
Aunque prefiero detener el tiempo y respiro, sigo lentamente y suspiro,
Acabo rendido en tu abrazo de equilibrio divino,
Entre risas de corsarios que quieren conquistar tu riqueza,
Tesoro de camino de flores, de espacios vivos, de vida preferida,
Y siento que me enamoro ahora y cada vez para siempre,
De tus labios que fluyen en ese envoltorio de flor silvestre,
Sin dueño, pero de entrega definida,
Eres el camino de flores que vivirán en el corazón hasta la vida eterna, es así, eres mi vida.
Por eso te digo, te colmaré a besos, te entrego un te amo que vive precioso en moldes a fuego lento.