Cuando no me llamas
me recorre un frío estepario
un segundo de huesos congelados
la voz, seca, se hunde
los ojos quiebran su constante dirección
y los pies flotan un irreverente vacío.
Cuando no me llamas
el amanecer es lento
los sonetos enferman
el vino flamea tu nombre
sobre trozos de mí
Los órganos descarrilan
la intención de besarte
se derrite fugaz
y la noche es un lapsus eterno de soledad
a la espera de tu orilla
Cuando no me llamas
me desnudan los sentidos
asemejo invalidez.
Claudio Ernesto