Hay un candor infinito en ésta tu quimera...
que trueca mi desdicha en tierna primavera,
yo soy el agua
herida de la tarde...
que arroba su memoria en labios sin consuelo.
Arropas mis caricias de nardo enfebrecido...
en viento te entretienes de lirio azul y ave,
la nada se revierte, en cálamos ignotos...
en álamos impuros, de amor desnudo y suave.