Cuarenta estudios del amor y una canción desesperada
Te quiero porque tú eres
mi caricia, te quiero
porque tus manos laboran
por la justicia.
Te quiero y te busco por
tu boca que hipnotiza
el alma mía.
Y en la calle codo a codo somos
más que dos, somos uno sólo.
Te quiero porque tu
boca sabe gritar rebeldía.
Te quiero porque tus
manos suaves como el
atardecer saliente
del crepúsculo ferviente.
Y en la calle codo a codo somos
más que dos, somos uno sólo.
Te quiero por tus brillosos
labios que radian los crujidos
del deseo atemorizante.
Te quiero por tus
manos suaves como
el atardecer saliente
del crepúsculo ferviente.
Y en la calle codo a codo somos
más que dos, somos uno sólo.
Te quiero en lo que
resta de mi espera;
Te quiero porque tus labios
saben pronunciar monotonía.
Te quiero por tu sonrisa
temerosa de la noche
tibia y saliente de
luz de día.
Te quiero por tus manos
suaves como el
atardecer saliente
del crepúsculo ferviente.
Y en la calle codo a codo somos
más que dos, somos uno sólo.